viernes, 28 de septiembre de 2012

No nos definíamos, completábamos nuestros respectivos significados.

Y se hizo el silencio.Una lágrima silenciosa bailoteaba por su tersa y fría mejilla.Un coche acaba de aparcar en la séptima avenida.Se refugió bajo su manta en aquel sombrío sillón.Un hombre con un elegante traje y una refinada corbata baja del coche.Ella se intenta secar las lágrimas con el puño de su jersey
empapado por la amargura.El hombre trajeado cierra su reluciente coche y guarda las llaves en el bolsillo derecho de su abrigo, en su lugar habitual.Ella oculta sus hinchados ojos entre sus piernas cubiertas por unas  viejas medias de color burdeos.Camina con paso firme y elegante, mete una de sus manos en su bolsillo del pantalón correspondiente.Deja la comodidad del sillón, agarra una de las cortinas con sus finos dedos y la aparta, nada, aún no está aquí.Para en el quiosco a comprar el periódico, ojea algunas noticias del día, nada, corrupción y robos, hambre y miseria, nada nuevo, pero siente impotencia, el poder en manos equivocadas no conlleva nada bueno, imbéciles con suerte, estúpidos con cargos importantes que hacen los que les place, ingresan sus millones en paraísos fiscales, suspira, le consuela la esperanza de que algún día las circunstancias les pondrán en su lugar, aunque esto no siempre sea verdad.Recorre el estrecho pasillo con un lento y cansino caminar, en el trayecto observa la decoración del lugar, como si fuese una extraña y esta fuese la primera vez que estaba allí y jamás hubiese visto el pasillo de su propia casa, cuadros que ocultan alguna que otra grieta, cuadros con viejas y nuevas fotografías, en todas aparecen personas sonrientes, con sonrisas fotogénicas la mayoría, dentaduras perfectas y blancas, cuadros con algún paisaje, flores, en fin, las típicas cosas que suelen aparecer en los cuadros al óleo, alguna mesita baja donde reposan todo tipo de cosas, como llaves, un ceniceros con un par de cigarros ya consumidos y la grisácea ceniza esparcida por toda la superficie, un vaso de agua en el que tan solo permanecen unas pocas gotas, solitarias y tristes, un diminuto recipiente que contiene varios caramelos de limón, los de fresa han tenido más suerte (o no) y han desaparecido deprisa, también hay ropa recién plancha en una silla.Se encuentra en frente del paso de cebra, dobla el periódico delicadamente y lo sitúa bajo su brazo, mira hacia los dos lados y cruza, entra en un local que está unos pocos pasos más allá del cruce.Llega al baño, cae de rodillas al suelo, sus débiles piernas se resienten pero ese dolor físico no es su mayor prioridad en estos momentos, siente náuseas, muchas ganas de vomitar, se sitúa frente el váter, levanta las tapaderas con cuidado, evitando hacer ruido, aunque no hay nadie más allí, no causará molestias a nadie igualmente, sus dedos corazón e índice traspasan sus pálidos labios y tocan su campanilla.Entra en la floristería del barrio llamada Maddie's, echa un vistazo a todas aquellas flores, da la sensación de que hay miles, pero hoy coge sus favoritas, hoy es especial, es el día.No todos los días se cumplen años.Lirios.Deposita el billete sobre el mostrador y recibe el cambio correspondiente, sale por la puerta y suenas unas campanillas.Se echa hacia atrás apoya la espalda en la pared, ya no puede más.Está a punto de cruzar para ir a casa.Llora.Justo a la mitad, todo se vuelve negro, el ramo de lirios sale despedido por los aires, algunos pétalos vuelan sumisos al viento, escucha ruidos lejanos que se van apagando progresivamente.Dolor.Pero se acaba rápido, por suerte.Llora desconsoladamente, chilla y golpea todo lo que tiene alrededor, cuando ya lleva algo más de media hora se encuentra tumbada en el frío suelo, los rastros de las lágrimas aún están presentes en su rostro, ahora está pensando, mientras, con una uña, rasga una junta del baño.
Demasiado deprisa, demasiado fugaz, efervescencia de emociones, se palpaban las emociones en el ambiente, después de tantas pastillas y tratamientos volvía a recaer en la misma fecha, el principio del fin, la vida y la eternidad nos aguardaban, ahora solo queda la silueta, la forma mal tomada de una situación y unas circunstancias deseadas, mis ilusiones despedazadas en migajas que volaron alto, muy alto, hacia otra galaxia, quizás eligieron a otra persona que si podría estar a la altura, a la media para la cual yo no estaba preparada, la angustia, el miedo, el desarraigo son una especie de enfermedades de las cuales cuesta salir, cuesta un tiempo, el tiempo, la única cura para curar el exterminio de mis planes de futuro, en los cuales entraba él, en parte giraban en torno a él.Yo sin embargo me había marchitado, pero había vuelto a ser un precioso lirio, creciendo, floreciendo, algún día fui elegida por alguien, al cual yo también elegí, pero ambos desconocíamos esta unión, fui colocada cuidadosamente en un precioso ramo, sin embargo después de la oscuridad él me soltó, volé por lo aires, náuseas, en el trayectos me despojaron de algo que era mío, pedacitos de mí, me los robaron sin permiso ni aviso, fueron crueles, me los arrebataron, el mecanismo ya no funcionaría igual, las piezas se oxidaban y se convertían en un polvo cobrizo.Quizá con un adiós tampoco habría bastado, no nos definíamos, completábamos nuestros respectivos significados, y ahora simplemente no significaba nada, como un círculo hecho en la arena, tan solo la forma en la que se representa está allí, pero lo que lo llena no, no es más que arena.También podríamos dividir esta historia en partes.Éxtasis.Caos.Desarraigo.

miércoles, 11 de julio de 2012

Escalofrío.

En aquella ocasión se sentía libre.Nada le ataba a nadie, ni siquiera a ella misma.Libre como el globo de un niño cuando se le escapa de entre sus pequeños e inocentes dedos.
Se agachó tranquilamente, escogió una piedra grisácea que descansaba en el suelo junto a otras muchas y la lanzó formando ondas cada vez que impactaba contra la superficie del agua, dejando tras de sí pequeños circulitos que en orden ascendente que se iban haciendo cada vez mayores.Aquello le relajaba.Le recordaba a Amelie cuando lo hacía.
Siempre iba allí con su abuelo, desde temprana edad.Recordaba con ternura cuando agarraba su pequeña mano con la palma de la suya, más sabia y experimentada por el paso de las décadas, sus recuerdos se escondían bajo las abundantes arrugas de su morena piel.Anhelaba aquellos momentos y otros tantos.Pero es absurdo echar de menos algo que ya nunca jamás podrás hacer, o al menos no de la misma forma, ya que lo que ella extrañaba era aquella agradable compañía, que al mismo tiempo le aportaba seguridad.
Aún quedaban algunos pececillos en el lago.Los más cercanos a ella huían despavoridos cuando las piedras impactaban en el agua.Años antes había muchísimos más, pero por unas circunstancias u otras ya tan solo quedaba algo menos de la mitad.
De repente sintió un impulso, necesitaba hacer aquello.
Avanzó un par de pasos, dejo caer cuidadosamente su abrigo y su bufanda en una roca cercana y siguió avanzando.
Nada la detenía, ni un pensamiento fugaz.Nada que le hiciese retroceder o frenar sus pasos.
Miró el cielo.Despejado, aunque el día estaba algo sombrío, pero el cielo azul aceptaba su decisión, ningún impedimento, adelante, sigue.
Un escalofrío recorrió completamente su cuerpo, se estremeció.Miro por instinto sus piernas bajo la falda ahora empapada y rodeada por agua, agua de un mes de febrero más frío de lo habitual, un febrero agridulce, de altibajos y cuestas.El agua era clara, casi transparente, limpia, algo que hacía a aquel lugar ser especial.Los poros de su pálida piel hacían cordilleras corroboradas por el agua casi helada.Un nuevo escalofrío recorrió todas las líneas de su cuerpo y finalizó en un agradable cosquilleo en la nuca.
Tomó aire y hundió su cabeza bajo el agua.
Burbujas de aire iban tomando formas a su antojo hasta llegar a la superficie y desaparecer.
Segundos después ella también llego allí arriba.
Ahora la cara mojada  iba enfriándose con el paso del viento de la estación.
Pensaba que si alguien la veía pensaría que había tenido un pensamiento suicida, pero se equivocaba.
Nadó hasta el centro del lago, no era muy hondo, coordinaba perfectamente el movimiento de los brazos con el de las piernas, pegando grandes y resueltas brazadas hasta llegar allí, al centro de aquella masa de agua.
Cuando llegó, estiró su cuerpo mientras flotaba, el viento la acunaba.
Sus oídos ahora tapados por el agua tan solo escuchaban un entrecortado y agradable silencio.Ahora sí era completamente libre.
Un recuerdo invadió su mente.Un agosto caluroso, sonido de chicharras, ella y su querido abuelo.
Aquel verano fue cuando le enseñó a nadar.Recordaba que primero le hizo hacer aquello, ponía delicadamente las manos en su espalda y mientras le contaba alguna historia que el "había vivido", como cuando mató un gran dragón y salvó a una princesa.O le cantaba alguna canción que su madre le había cantado a él cuando tenía su misma edad.Tardes y tardes pasaban, cada una única, lo echaba de menos.Estaba muy unida a él.
Quizá aquello que había hecho sería algo estúpido producto de sus alocadas hormonas que en esa edad no permitían razonar demasiado, pero ella tenía la certeza de que no, sí, había sido un impulso, no tenía motivos, pero aquello le devolvió unos minutos a aquellos tiempos de felicidad completa y helados de vainilla.Por unos leves minutos le devolvieron todo aquello que añoraba.Por unos cortos minutos volvió a ser plenamente feliz.