miércoles, 4 de abril de 2012

Relato (primera parte) ``El cielo puede esperar´´.

Pájaros que cantan, nubes que se levantan y un sol que ansía mostrar sus más ardientes rayos.
Todo era exactamente igual a todas las mañanas, o casi todas.En la costa del país últimamente el tiempo era bastante bueno, y sus habitantes lo agradecían tras un invierno un tanto lluvioso.
La primavera ya hacía acto de presencia.
En aquella ocasión un tímido rayo de sol se coló entre las cortinas y su calor acaricio delicadamente la piel de aquella niña.
Alice o Ali, una pecosilla pelirroja de unos 6 años de edad, de los cuales presumía cuando alguien preguntaba.
Aquella pelirroja de pelo largo, ojos claros y carácter fuerte estaba de vacaciones, precisamente hoy comenzaban, su padre la noche anterior prometió llevarla con el a pescar.
A ella en realidad lo que le gustaba no era ni la pesca ni las cañas, sino el río y el bosque.
Aquellos lugares para ella eran mágicos, como los de los cuentos que su madre le solía contar no hace mucho, llenos de magia, de hadas y duendes, y quien sabe, puede que muchas cosas más.
Era temprano, aún quedaba un par de horas para que se fuesen, pero la niña prefirió salir de la cama con un enérgico salto.Cogió su nueva bata azul, si, esa que le compró su madre la semana anterior, y descalza corrió rumbo a la cocina.
Se preparó su tazón de cereales "Trix", de esos de colores que en la caja tienen dibujado un conejo blanco al cual le dibujaba bigote y gafas cuando tenía la ocasión, y acto seguido echó leche.
Se los comió en el salón, tranquilamente, mientras veía a "El coyote y el Correcaminos".
-Ali ¿qué haces despierta tan temprano?
La pequeña se encogió de hombros y siguió comiéndose su desayuno.Cuando su padre se tomaba tranquilamente su café y leía tranquilamente el periódico, Ali se dirigió a la cocina, la cual la recibió con un agradable olor a café recién hecho, decidida cogió la mano de su padre y tiró de el fuertemente.
-Vamos, que llegamos tarde-dijo inocentemente la niña.
-Ali, suéltame, que aún queda mucho tiempo.
-No-respondió la niña secamente.
Tras ese rotundo no se tumbó en el suelo y empezó a patalear y chillar, esa táctica siempre funcionaba con su padre, a diferencia de su madre.Harto de aquello el padre de Ali cedió.Algo más tarde ya estaban recorriendo el asfalto con el viejo Ford burdeos rumbo al río.
Una vez bajaron del coche, sacaron los trastos del maletero y encontraron un sitio a la orilla del río donde dejarlos Ali comenzó su particular aventura.
Todo era tan mágico, tan extraño, tan especial para ella.De algo tan simple ella podía hacer un mundo.Miraba las cosas de otro modo, otra perspectiva, otro plano, casi siempre diferente al del resto.
Asomada a la orilla de aquel río podía contemplar a través de sus aguas cristalinas como los peces se movían rápidamente, casi en un susurro.Hacían brillar sus escamas bajo el agua, que junto con los rayos de sol, daba la  impresión de que eran de bonitos y vivos colores.
-Parecen sirenas-soltó, acto seguido una bonita sonrisa se dibujó en sus pequeños labios.
Se quedó embobada por aquel efecto óptico varios minutos, mientras, también seguía el recorrido que efectuaban algunos peces.
Más tarde dejó aquello para centrarse en algo que le llamaba más la atención: El bosque.

Continuará...

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