viernes, 20 de enero de 2012

Detrás de cada sonrisa.Capítulo 5: La cita.

Diez en punto, hotel.
*Toc, toc*
Sería el, Sara me alisó el pelo y como siempre me entro sueño así que después de que terminase y se fuese me tumbé en la cama y me dormí, me levante me puse los tacones y abrí la puerta.
-Hola-saludó con una amabilidad que no conocía hasta ahora.
-Hola-estaba nerviosa, aunque no sabía por qué.
Llevaba un jersey a rayas en tonos azules con una camisa blanca debajo pantalón negro y zapatos, mejor que antes, y llevaba una rosa blanca (un clásico, sólo le faltaba que fuese roja) aunque seguía siendo tan guapo como siempre, con su bonita sonrisa y sus misteriosos ojos, pero no penséis que me estaba enamorando, aquello sólo era como un trato yo quedaba con él, recuperaba mi mochila y nada más.
-Bonito peinado.
-Emm gracias.
¿Peinado pero qué peinado? Si sólo me había alisado el pelo ¿Qué era por empezar con buen pie?¿Para hacerse el simpático? Pero al ver que sonreía maliciosamente me miré en un espejo y lo en tendí todo.
-MIERDA.
Pues sí que empezábamos bien, al haber estado dormida tenía pelos de eso, de recién levantada. ¿Simpático? NO, seguía siendo un borde como cuando lo conocí esta mañana. El pasó dentro de la habitación.
-Que no, que en serio que te queda muy bien-más risas.
-Vete a la mierda.
Lo empujé mientras lo conducía hacia la puerta, pero al intentar cerrarla puso el pie y volvió a entrar.
-Venga ya, péinate un poco y nos vamos.
-Si no es eso, es que eres un borde que ríe de mi.
-Que nooo… Si no me reía de ti, sólo de tu pelo-sonrisa.
Le volví a empujar hacia fuera, pero esta vez me agarró de la cintura y me cogió como si yo fuese un saco de patatas.
-SUÉLTAME.
-Cuando lleguemos.
-QUE NOOO SUELTAMEE.
Protesté hasta llegar al restaurante, tuve suerte porque las calles estabn casi vacías así que nadie nos puedo ver.
-¿SABES QUÉ TE PUEDO DENUNCIAR POR SECUESTRO?
-¿Y tú sabes que yo te puedo denunciar por agresiones?
-Si yo no te he pegado…
-¿Y las patadas y los manotazos?
-Pues porque eres un bruto y me has traído a la fuerza.
-No había otra manera de traerte.
Un camarero interrumpió de repente la discusión.
-¿Les indico ya su mesa señores?
-Si, por favor.
Nos llevó a la terraza, ya que lo de dentro estaba completo, nos puso al lado de un escenario en el que estaban unos músicos tocando unas canciones lentas y en frente había parejas bailando al ritmo de la música, tomamos asiento y pedimos la comida.
-Bueno para denunciarte quiero saber primero tu nombre. ¿No era Noah?
-Si, bueno no, en realidad me llamo Ainoha, pero me dicen Noah, porque si le quitas lo de “Ai” y cambias la “h” de sitio sale “Noah”.
-Ya ya, hasta ahí llego-sonreimos.
-¿Y tú? Te he insultado ya y todo pero no se ni tu nombre.
-Álex, es de Alejandro, le quitas lo de “andro” y sustituyes la “j” por una “x” y sale Álex.
-Hasta ahí llego.
Reímos y nos conocimos un poco más, dejó a un lado su faceta de borde y la sustituyó por una de alguien más amable y simpático, al cabo de un rato un camarero distinto al de antes nos sirvió la comida.
Era ese típico camarero de película, camisa blanca, chaleco, pajarita, zapatos y pantalones negros, y un fino bigote rizado en las puntas bajo su respingona nariz.
Cuando terminamos de comer comenzamos a hablar al ritmo de antes.
-Bueno ¿bailamos?
Todo aquello me sonaba a historia de amor de chica conoce a chico, cenan, chico invita a bailar a chica y ZAS se enamoran y fueron felices y comieron perdices. Pero aquello era diferente.
-Vale-sonreí.
Diferente pero la chica sigue siendo igual.
Cuando íbamos a empezar a bailar, los músicos bajaron del escenario, y subieron otros y un cantante, aquello ya no era música lenta era rock pero con letra en griego.
Se fastidiaron los planes así que pagamos y nos fuimos a dar una vuelta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario